Gobierno de Gibraltar
Discurso del Ministro Principal de Gibraltar ante el Cuarto Comité de la Asamblea General de Naciones Unidas
Gibraltar, 3 de octubre de 2017
Señor Presidente, sus Excelencias,
El pueblo de Gibraltar votó hace cincuenta años en un referendo organizado por la Potencia Administradora, el Reino Unido.
El gobierno español del General Franco dijo que aquel referendo era ilegal.
El gobierno español estaba equivocado.
El Poder Administrativo obedecía correctamente los principios de la Carta de la ONU y las Resoluciones de la Asamblea General que recogen el derecho inalienable a la autodeterminación de los pueblos de los territorios no autónomos
La sencilla pregunta que se planteaba en aquel momento era si deseábamos aceptar las propuestas españolas para transferir la soberanía de nuestra nación del Reino Unido a España o, alternativamente, seguir siendo británicos.
Hace cinco décadas dejamos meridianamente clara nuestra elección.
Elegimos seguir siendo británicos por una mayoría del 99% contra el 1%.
Aquella pionera GENERACIÓN DEL REFERENDO hizo frente al régimen fascista de Franco que gobernaba en Madrid.
Armado únicamente con papeletas y lápices, nuestro pueblo hizo frente a las amenazas de un acosador de arruinarles mediante un asedio.
Con tan solo un voto por cabeza, nuestro pueblo demostró al dictador la poderosa fuerza de la democracia e hirió fatalmente la esencia de la reclamación española sobre nuestra tierra.
Pensando únicamente en su patria y en el futuro de sus hijos, nuestro pueblo alumbró una nación europea, moderna y democrática.
Una nación que se enorgullece de formar parte de la familia de naciones británicas.
La nación de Gibraltar que nos orgullece llamar nuestro hogar.
Con un coraje sin precedentes en nuestra historia, la GENERACIÓN DEL REFERENDO nos guio valerosamente hacia una nueva relación con el Reino Unido.
Porque desde el momento en que el resultado de aquel referendo fue anunciado, Gibraltar se mantiene británico, exclusivamente como resultado de la libre y justa elección de su pueblo.
Por eso celebramos el resultado del referendo el 10 de septiembre de cada año en nuestro Día Nacional (National Day).
Porque ahora, exactamente medio siglo después, volveríamos a tomar la misma decisión por un margen parecido o incluso mayor.
Es más, hace quince años volvimos a votar de nuevo en un referendo organizado por el Gobierno electo del territorio, al cual represento ahora.
La elección en 2002 fue si aceptar o no una oferta de Soberanía Conjunta entre el Reino Unido y España sobre nuestra nación.
Una vez más, el Reino de España insistió en que nuestro referendo era ilegal.
Ninguna sorpresa en ese aspecto.
Pero el gobierno español se equivocaba de nuevo.
No había ninguna regla que nos impidiese organizar tal referendo para escuchar la voz del pueblo de nuestra nación.
Y el resultado fue, una vez más, del 99% a favor de permanecer completamente británicos.
Es más, aquel resultado se produjo incluso a pesar de que el propio Reino Unido cuestionó la legalidad de nuestro referendo de 2002.
El Reino Unido se opuso a la celebración de aquel referendo.
Pero, incluso en esas circunstancias, el Reino Unido no reprimió nuestro derecho a votar.
No hubo violencia.
No hubo ningún intento de impedir que votásemos.
No se confiscaron papeletas ni urnas electorales.
En 2002, Gibraltar se alzó en solitario.
Votamos a favor de seguir siendo británicos en contra de la vergonzosa política del gobierno de Reino Unido en aquel momento, que quería compartir la soberanía de nuestra nación con España.
Y sin embargo, en cada caso, los referendos que hemos mantenido se han celebrado en una atmosfera de coexistencia pacífica y respeto.
Siguiendo nuestros principios británicos de respetar la democracia y el estado de derecho.
Porque esos son los principios que gobiernan cada aspecto de la vida en Gibraltar y nuestra relación con el Reino Unido.
Somos una comunidad que respeta las leyes, con una amplia diversidad cultural, religiosa y social.
Nuestra gente se respeta mutuamente.
Al igual que respetamos a nuestros vecinos.
Respetamos el sistema basado en reglas de legislación internacional.
Respetamos y cumplimos con nuestras obligaciones como miembros de la comunidad internacional.
Por este motivo no existe ningún procedimiento de infracción pendiente contra Gibraltar en la Unión Europea.
Por ese motivo cumplimos con todos los criterios internacionales acerca de supervisión prudencial, transparencia e intercambio de información en el ámbito de los servicios financieros.
Al igual que cumplimos con la reglas de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) sobre el intercambio de información fiscal y la transparencia fiscal.
Tanto es así, que la OCDE ha concedido a Gibraltar una de sus calificaciones más altas en materia de transparencia y cumplimiento.
De hecho, la OCDE nos ha concedido la misma calificación que al Reino Unido y Alemania.
Por lo tanto, estamos muy bien acompañados en lo referente al cumplimiento de las leyes internacionales por parte de nuestros servicios financieros y fiscales.
A día de hoy, Gibraltar cuenta con mecanismos para el intercambio de información fiscal con nada menos que 104 países de todo el mundo.
Hemos ofrecido este mismo acuerdo a España, que se niega a firmarlo con nosotros porque su actual gobierno no reconoce ni la existencia del nuestro.
El gobierno español también está objetiva y demostrablemente equivocado acerca de nuestros servicios financieros cuando critica a nuestras normas.
De hecho el gobierno español siempre ha estado en el lado equivocado de la historia en lo referente a Gibraltar.
Porque el fracaso de la España democrática ha sido el no respetar nuestra decisión en 1967.
El no respetar nuestra decisión en 2002.
El no respetar NUESTRO derecho a determinar libremente por NOSOTROS MISMOS el futuro de NUESTRA tierra.
Esto es lo que determina el ordenamiento legal basado en normas internacionales en el Capítulo XI de la Carta de la ONU y la Resolución 1514 (XV) de la Asamblea General, adoptada por una abrumadora mayoría (89-0, con 9 abstenciones).
Sin embargo, eso es lo que el gobierno español insiste en que no respetará en relación a Gibraltar.
Aunque debo agradecer sinceramente las recientes declaraciones por parte del nuevo Ministro de Exteriores de España, el señor Dastis, acerca de que no buscarán utilizar nuestra salida de la UE para avanzar su reclamación sobre nuestra soberanía.
También agradezco sus declaraciones reconociendo que la oferta española de Soberanía Conjunta únicamente puede aplicarse con el consentimiento del pueblo de Gibraltar, que nunca se otorgará.
Ya rechazamos aquel concepto en 2002 y continuaremos haciéndolo.
Pero también queremos continuar tendiendo una rama de olivo a la cooperación con el pueblo español.
Porque, a pesar de abandonar la UE con el Reino Unido, buscaremos una relación sólida de cara al futuro basada en el respeto mutuo y el beneficio económico mutuo para todas las partes, a medida que avanzamos hacia un futuro fuera de la UE.
Porque continuamos buscando la amistad de nuestros vecinos españoles y todos nuestros socios europeos.
Estamos más que convencidos de que el camino hacia el progreso es el comercio y la amistad, la cooperación y la seguridad, la colaboración y los valores compartidos.
Y por ello nos mantenemos dispuestos a trabajar con el gobierno de España para cooperar en materias que no comprometan la soberanía, la jurisdicción o el control.
Porque nunca llegaremos ni siquiera a discutir tales compromisos, mucho menos negociarlos, ni en privado ni en público.
Pero el hecho es que, de los trece mil trabajadores transfronterizos que entran cada día en Gibraltar para trabajar en nuestra economía, ocho mil son españoles.
Ellos forman parte de nuestro éxito. Compartimos nuestra riqueza con ellos.
Son bienvenidos en Gibraltar.
Y tanto ellos como cualquier otra persona que cruce la que se convertirá en la frontera internacional externa de la Unión Europea deberían poder continuar cruzando esa frontera libremente cada día una vez que abandonemos la UE.
Y las amenazas por parte del Exministro de Exteriores español no nos iban a obligar a cambiar nuestra actitud hacia la soberanía.
Cuando se nos amenaza, nuestras opiniones no hacen sino reforzarse aún más.
Señor Presidente, el pueblo de Gibraltar no se va a amedrentar ante amenazas ni dejarse persuadir por el acoso para rendirse ni entregar o vender de algún modo la soberanía de nuestra patria.
No se nos puede ni encandilar, ni seducir ni comprar.
Ni la seducción ni las ofertas nos van a convencer de transferir la valiosa propiedad de nuestra nación.
Porque no se trata de forzar ni persuadir.
Porque el mayor o menor deterioro de nuestra vecina comunidad de La Línea no es lo que nos aparta de entregar nuestra soberanía a España.
Porque muchos de nosotros tenemos familia o buenas amistades en La Línea, una ciudad que viene sufriendo desde hace tiempo a manos del gobierno español tanto como nosotros en Gibraltar.
En el pasado, al igual que Gibraltar, La Línea también ha sido víctima de las frecuentes pataletas soberanistas de Madrid.
Por lo tanto, no se trata de que veamos algo que no nos gusta en La Línea.
Lo que no nos gusta es lo que vemos en Madrid.
No nos gusta hoy en día, al igual que no nos gustaba en 1967 ni en 2002.
Lo que sí nos gusta es nuestro pacífico estilo de vida gibraltareño.
Nos gustan nuestras estrechas relaciones humanas con nuestros vecinos al norte y al sur.
Nos gusta el respeto británico hacia nuestro derecho a elegir, hacia nuestra democracia y nuestro estado de derecho.
Es por ello que nunca entregaremos nuestra nación.
Nunca entregaremos nuestro derecho a elegir.
Nunca entregaremos el derecho de nuestros hijos sobre nuestra tierra.
Por lo tanto, Señor Presidente, le dejo con el persistente eco de las palabras susurradas a través de las décadas por los labios de las almas de la GENERACIÓN DEL REFERENDO:
“Somos británicos y seguiremos siendo británicos”.
Ese espíritu nunca morirá.
Nota a redactores:
Esta es una traducción realizada por la Oficina de Información de Gibraltar. Algunas palabras no se encuentran en el documento original y se han añadido para mejorar el sentido de la traducción. El texto válido es el original en inglés.
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