Dos siglos en el corazón de Gibraltar
Los Jardines de la Alameda de Gibraltar cumplen doscientos años. Han sido dos siglos en los que han recibido miles de visitantes; han sido testigos de centenares de bodas; han recibido especies nuevas e incluso han presenciado la milagrosa “resurrección” de alguna planta que se consideraba extinguida. Situados al sur del centro urbano, se encuentran en un momento excepcional, totalmente recuperados de la decadencia que sufrieron durante la década de los setenta y los ochenta. No sólo es uno de los lugares favoritos de descanso de los gibraltareños, sino que se ha convertido en un importante centro de investigación y conservación que forma parte de la Botanic Gardens Conservation Internacional, que agrupa jardines botánicos de 96 países.
“Los Jardines de la Alameda cumplen doscientos años, pero el Jardín Botánico de Gibraltar cumple veinticinco”. Quien hace esta aclaración es Keith Bensusan, director de los jardines desde 2011, aunque trabaja en ellos desde 2007. Él y su equipo, integrado por 24 personas, son responsables de la buena salud de la flora y la fauna de las instalaciones, así como de las tareas educativas y de investigación. Se define como “zoólogo con intereses variados, como las aves, los insectos y la botánica”. Es autor de varias investigaciones, como una recién realizada sobre el árbol draco conjuntamente con miembros de la universidad Abdelmalek Esaady de Tetuán (Marruecos). Además, es miembro de cuatro instituciones gibraltareñas (el Consejo de la Conservación de la Naturaleza de Gibraltar, la Autoridad Científica, la Autoridad Portuaria de Gibraltar y la Comisión y Planificación de Desarrollo) y de la Sociedad de Historia Ornitológica y Natural de Gibraltar (GONHS).
Tal y como recuerda Bensusan, los jardines fueron fundados en 1816 por el vicegobernador de Gibraltar Sir George Don. “Gibraltar era una colonia esencialmente militar, pero en este momento la población civil empezaba a cobrar importancia y Sir George Don hizo varias obras en beneficio de los ciudadanos, como los jardines o una biblioteca pública, que ahora es la sede del actual Parlamento”.
En 1815, al no haber un lugar para el ocio público en la guarnición, el vicegobernador decidió crear un paseo alrededor de la zona destinada a los desfiles militares, para formar una alameda “en la cual los habitantes pudieran tomar el aire protegidos del calor extremo del sol”. La zona de desfiles era una gran explanada en un espacio que había sido “un desierto de arena roja”, usada como material de construcción en la ciudad. Las tropas habían utilizado algunas áreas del lugar para cultivar vegetales durante los asedios y otras, como cementerios.
La zona de desfiles, conocida como Grand Parade [literalmente “gran desfile”], fue el núcleo de la actividad militar durante más de un siglo. Allí se hacía el cambio de guardia cada semana y acogía ceremonias oficiales. El paseo creado alrededor del lugar se expandió progresivamente hasta abarcar ocho hectáreas de terreno en lo que finalmente acabó siendo conocido como Jardines de la Alameda. Los senderos se abrieron al público el 14 de abril de 1816. El diario local Gibraltar Chronicle se refirió así al evento: “Los caminos de la Nueva Alameda, una vez concluidos, serán abiertos al público mañana a las cuatro de la tarde, con la participación de tres bandas de música”.
El proyecto fue financiado con donaciones voluntarias y fondos procedentes de rifas. Se estructuró en torno a terrazas y senderos, usando la piedra caliza jurásica que forma el Peñón. Ganó auge con las intervenciones de Giuseppe Codali, un diseñador de jardines y horticultor nacido en Bérgamo (Italia), que fue el jardinero jefe durante finales del siglo XIX. En las décadas de los setenta y ochenta del siglo veinte el jardín fue objeto de un abandono que Bensusan atribuye “al cierre de la frontera y a presiones económicas”.
Recuperando el antiguo esplendor
En 1991 se creó el Jardín Botánico. El primer paso fue, como explica el director, “recrear el jardín precioso que había existido, pero un jardín botánico tenía que ser mucho más que eso: tenía que cumplir unciones de conservación e investigación”. Se inició entonces un trabajo de incorporación de nuevas especies y de documentación, que se ha intensificado en los últimos años hasta tener un completo fondo documental.
“Gibraltar es un punto privilegiado en una zona privilegiada”, asevera Bensusan. “Tenemos una flora muy variada y una fauna muy diversa a la que se suman importantes migraciones de aves y migraciones marinas; tenemos Andalucía al lado con espacios como Ronda, con una flora riquísima y nos interesa mucho Marruecos, especialmente su flora del suroeste, donde crecen las plantas crasas suculentas y donde existen importantes temas de conservación. Nos interesa todo porque el medio ambiente no tiene fronteras”.
La ardua tarea del equipo del jardín botánico ha tenido recompensas. La más destacada fue el hallazgo y recuperación de la Silene tomentosa, una planta que sólo crece en Gibraltar y que en 1992 fue dada por extinta. Un grupo integrado por miembros del jardín botánico y la GONHS encontró tres plantas creciendo juntas en una ladera del Peñón. Tras comprobar que efectivamente se trataba de la Silene tomentosa, recolectaron sus semillas y las cultivaron. Actualmente también se puede encontrar esta especie gibraltareña en el jardín botánico de Kew en Londres y en el de San Fernando (Cádiz).
Habitantes ilustres
Whalebone Walk (camino de las barbas de ballena), Giuseppe Codali Bridge (puente Giuseppe Codali), Olive Tree Climb (cuesta del olivo), Prince of Wales Rotunda (rotonda del Príncipe de Gales), Mediterranean Lane (sendero del Mediterráneo) y Jaime Banda Steps (escaleras Jaime Banda) son algunos de los lugares emblemáticos del jardín, en el que pueden encontrarse pérgolas, esculturas, un teatro al aire libre con capacidad para 450 personas o una cabina de teléfono roja al viejo estilo británico. Los senderos separan las distintas zonas en las que las plantas se agrupan por su especie o procedencia. Hay que prestar atención a los carteles que encontramos por el camino porque algunos nos dan información sobre los habitantes del jardín.
Hay insectos, anfibios, reptiles, aves y murciélagos. Las mariposas son especialmente llamativas en primavera. Hay mariposas de doble ala y es posible ver mariposas monarca, la especie que cada año agita sus alas negras y naranjas para volar de California a México y que en los últimos tiempos ha decidido asentarse también en la zona de Cádiz y Gibraltar. La abubilla, que despliega su llamativo penacho cuando está nerviosa, es otro de los huéspedes primaverales. La rana ibérica es una habitual del jardín y no resulta difícil encontrar tortugas del Caspio tomando el sol plácidamente en las rocas de algún estanque. Incluso las abejas cuentan con su propio hotel, el ‘Bee hotel’, en la que son recibidas con el cartel ‘All the mini beasts are welcome’ (‘Todas las mini bestias son bienvenidas’).Los responsables del jardín evitan el uso de pesticidas y herbicidas para preservar la fauna autóctona. “Nosotros conservamos incluso lo que algunos consideran malas hierbas”, comenta Bensusan, “porque cuantas más especies de plantas tengas, más especies de insectos tendrás y los insectos son importantes y le dan carácter al jardín”. Esos insectos, a su vez, sirven de alimento a aves, lagartijas y otras especies, de manera que se crea un microecosistema “que merece la pena conservar”.
Además del jardín, hay un pequeño zoológico que da cabida, entre otros, a macacos, primates, aves tropicales y tortugas. Tiene su origen en las incautaciones de animales que se hacían en algunos barcos. “No se sabía qué hacer con ellas y crearon este zoológico”, aclara Bensusan.
La educación es otra de las actividades clave. El jardín recibe visita de escolares con regularidad para enseñarles a sembrar plantas y a cultivar sus propios alimentos, así como otras cuestiones relacionadas con el medio ambiente, como el reciclaje. “Hay que tener en cuenta”, dice Bensusan, “que la mayoría de los gibraltareños vivimos en apartamentos y no tenemos un jardín propio, por lo que intentamos acercar a los niños al medio ambiente. Así, por ejemplo, les decimos que se traigan botellas vacías de casa y vuelven con una semilla plantada en esa botella convertida en maceta”. El equipo también tiene jardineros especializados en educación que visitan los centros escolares, muchos de los cuales ya han implantado programas de jardinería y ecología.
Regalos de cumpleaños
La apertura del invernadero conmemora el bicentenario. Se trata de una instalación de 20×9 metros que consta de una zona árida y una zona tropical. Gibraltar tiene un clima que, según los expertos, es ideal para cultivar plantas, ya que no es demasiado cálido en verano ni demasiado frío en invierno. Sin embargo, este clima no es favorable para el desarrollo de todo tipo de plantas, que ahora sí podrán verse en Gibraltar gracias al invernadero.
Situado casi al pie del Rock Hotel, rodeado de cactus y con vistas al Estrecho de Gibraltar, el invernadero alberga un estanque con nenúfares y está rodeado de especies entre las que destaca el colorido de las orquídeas. Abrirá al público una vez por semana. En principio se ha fijado el viernes por la mañana para las visitas, aunque también se podrán concertar citas.
También con ocasión del bicentenario, el escultor ecológico Paul Sivell ha esculpido varias obras para el jardín de Gibraltar, como la escultura de un macaco de barbería junto al invernadero. Sivell utiliza motosierras y cinceles para hacer esculturas o relieves en troncos de árboles caídos o muertos, dándoles así una vida nueva.Quedan muchas cosas en el tintero. Queda decir que los Duques de Kent, el Príncipe Eduardo y su esposa Sophie Rhys-Jones, pasearon por los jardines en 2012 y que en 1954 lo hizo la Reina de Inglaterra, Isabel II, que plantó un árbol que, desafortunadamente, no sobrevivió. También Molly Bloom, el célebre personaje de ‘Ulysses’ de James Joyce, dejó sus huellas ficticias por sus senderos. Queda asomarse al puente de Codali para contemplar The Dell (El Jardín Hundido), el espacio creado en parte por el jardinero italiano con un estanque rodeado de hiedras, buganvillas y solandras en el que nadan los peces colorados y las tortugas descansan sobre las rocas. Para todas esas cosas, nada mejor que ponerse unos zapatos cómodos y hacer una pausa para darse una vuelta por uno de los lugares con más encanto de Gibraltar.