Últimos datos sobre los cambios climáticos del pasado en Gibraltar – C130

Una serie de documentos recientes publicados en revistas científicas internacionales están dando una idea más clara de cómo se comportaba el clima en Gibraltar durante la progresión de la última glaciación – la Gran Edad de Hielo – hace entre 35 y 30 mil años.

Gobierno de Gibraltar: Ministerio de Deporte, Cultura, Patrimonio y Juventud

Últimos datos sobre los cambios climáticos del pasado en Gibraltar

Gibraltar, 28 de febrero de 2013

Una serie de documentos recientes publicados en revistas científicas internacionales están dando una idea más clara de cómo se comportaba el clima en Gibraltar durante la progresión de la última glaciación – la Gran Edad de Hielo – hace entre 35 y 30 mil años. En aquella época, partes considerables de Europa se volvieron inhabitables, gran parte de Gran Bretaña y Escandinavia quedaron cubiertas por densas capas de hielo y zonas enteras de Europa permanecieron congeladas. ¿Y qué ocurría en Gibraltar? Parece claro que estas condiciones tan severas no nos afectaron de la misma manera – en la cueva de Gorham, por ejemplo, la larga secuencia de ricos yacimientos nunca registró la presencia de fauna fría. Los mamuts lanudos, los rinocerontes lanudos y los renos nunca bajaron hasta aquí. Ahora estamos obteniendo una imagen más precisa, hasta un nivel de detalle sorprendente.

Todo ello se remonta a 2002, cuando un equipo del Museo de Gibraltar comenzó a reconstruir el cambio climático, utilizando plantas y aves fosilizadas halladas en la cueva de Gorham como indicadores climáticos. Los resultados, publicados en 2008 en ‘Quaternary Science Reviews’ (‘Reseñas de Ciencia Cuaternaria’), sorprendieron a todos al mostrar que el clima no había sido tan diferente del actual y con indicios tan solo de un ligero enfriamiento y pequeños cambios en los patrones de lluvia. Esta información se comparó, en otro documento de 2008, con los entornos altamente estacionales que encontramos en la actualidad, como el Parque Nacional de Doñana en el suroeste de España.

Después, el equipo del Museo aunó esfuerzos con la Universidad de Oxford para componer una imagen más amplia del sur de la península Ibérica y situar así a Gibraltar en su contexto. Usaron sistemas de información geográfica (SIG) para elaborar un mapa del clima de Andalucía y Gibraltar en la actualidad y después replicaron un modelo de las condiciones durante el último pico glacial, frío y seco. Sus conclusiones fueron publicadas en el ‘Journal of Biogeography’ (Revista de Biogeografía) en 2011. Para su sorpresa, el área de Gibraltar conservaba condiciones templadas y, sobre todo, la ubicación al oeste suponía que, en los momentos más secos, Gibraltar recibía menos lluvia, pero, aun así, se registraba más precipitación que en el resto del área estudiada.

El Museo de Gibraltar y la Universidad de Oxford también colaboraron en otro emocionante proyecto que fue publicado en ‘Earth and Planetary Science Letters’ (‘Revista de Ciencia Terrestre y Planetaria’) en 2011. Este trabajo analizaba los anillos de crecimiento estacional en las lapas actuales y averiguó que la composición química de estos anillos puede utilizarse como indicador de la temperatura de la superficie del mar. Los datos de los anillos y las mediciones de temperatura de la superficie del mar presentaban una correlatividad. De este modo, el equipo comenzó a tomar muestras de lapas fósiles de la cueva de Gorham retrocediendo hasta 39 mil años. Lo que encontraron fue asombroso, al poner de manifiesto el nivel de detalle que podía lograrse. La conclusión fue que el régimen de temperatura en Gibraltar ha permanecido sin grandes variaciones desde entonces, aunque los inviernos se han vuelto un poco más fríos, con veranos parecidos a los actuales. La oscilación media de la temperatura invierno-verano era 2º C más alta que en la actualidad.

En un documento publicado hoy en el ‘Journal of Human Evolution’ (Revista de Evolución Humana), el equipo del Museo de Gibraltar ha trabajado con colegas de Oxford, Murcia y Tarragona para observar los fósiles de reptiles y anfibios de las cuevas de Gibraltar. Estos animales son excelentes indicadores de la temperatura ya que tienen requisitos muy específicos. Así, encontrarlos en la cueva puede dar una medida precisa de la temperatura. Pero estos animales también suministran información sobre la precipitación. Así que, ¿qué nos dice la última investigación? Asombrosamente, el perfil de la temperatura fue casi un calco de lo que habían indicado las lapas. Los veranos eran como los de ahora y los inviernos eran más fríos, entre 1,6 y 1,8°C más fríos. Se confirmó la retención de humedad que el estudio regional había modelado, con cuatro meses secos de verano en vez de los cinco actuales. De este modo, incluso aunque las precipitaciones anuales eran entre 35 y 113 mm menores que ahora, la lluvia estaba más distribuida a lo largo del año. El descenso más significativo en las lluvias se produjo precisamente cuando desaparecieron los neandertales de la cueva de Gorham.

Los resultados coinciden con los de otro estudio publicado por el equipo del Museo de Gibraltar el mes pasado, en esta ocasión con colegas de diversas instituciones, principalmente de la Universidad de Huelva, el Instituto de Ciencias Terrestres de Granada y la agencia japonesa de Ciencia y Tecnología Marítimo-Terrestre (Japan Agency for Marine-Earth Science and Technology). El documento fue publicado en la revista ‘Geomorphology’ (Geomorfología) y nos abrió otra ventana al pasado de Gibraltar. Un secreto que la cueva de Gorham había guardado celosamente era la ausencia de personas durante el periodo entre hace 28 mil y 23 mil años. Después de decenas de miles de años de ocupación, el lugar quedó desierto y fue recolonizado más tarde por nuestros propios ancestros. Ahora tenemos pistas que sugieren por qué se quedaron deshabitadas las cuevas. Estudiando la geología más amplia del Peñón y usando técnicas precisas de datación, el equipo halló pruebas de actividad sísmica generalizada. Las estalactitas cayeron desde el techo de la cueva en grandes cantidades; hubo grandes movimientos de tierra y cayeron rocas enormes. El lugar se hizo inhabitable, pero había más.

Junto con esta actividad tectónica, las perforaciones en el lecho marino al este de Gibraltar nos han dado una idea precisa del clima que pone de manifiesto que hubo un breve periodo de aridez intensa, señalado por una fuerte actividad de arrastre de arena por el viento y una caída significativa en la descarga de agua fresca por los ríos. Pudo haber sido breve, pero significó el desastre para los neandertales y nuestros ancestros se mantuvieron bien alejados.

El trabajo anterior del Museo de Gibraltar con el equipo de la Universidad de Huelva también mostró que Gibraltar había sido azotado por tsunamis con una frecuencia de uno cada mil años, el último de los cuales se produjo después del terremoto de Lisboa de 1755. Todo ello demuestra lo súbitos y dramáticos que pueden ser los fenómenos naturales, especialmente cuando los movimientos de tierra se combinan con el cambio climático natural.

El trabajo continua. Un enigma que habrá que abordar es el de las aves. A pesar de la ausencia de fauna mamífera fría en la cueva de Gorham, hay evidencias de algunas aves árticas que bajaron hasta aquí. ¿Cómo podemos explicar esta aparente paradoja? El equipo del Museo de Gibraltar tiene una buena idea al respecto, pero ahora deberán buscar pruebas sólidas. Este es uno de los próximos proyectos que está a punto de comenzar.

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