OTROS GIBRALTARES (II)- Toronto

Segunda entrega de la serie de Otros Gibraltares, aquellos lugares que nos transportan por el mundo y que, sin embargo, siempre nos acaban llevando al mismo sitio: Gibraltar.

Vamos a hablar de una mujer adelantada a su tiempo, de un farero desmembrado, de lo que entonces fue un rascacielos porque en aquellos tiempos el cielo volaba bajo, de unos marineros borrachos y de un parque de atracciones. Del Siglo XVIII al XXI, de Gibraltar a Gibraltar, 6.164 km en línea recta

OTROS GIBRALTARES (II). EL FARO DE GIBRALTAR POINT, TORONTO

Dicen que desde la torre más alta de Toronto se ve Torontontero :-). En su día, nuestro nuevo Gibraltar tuvo el privilegio de ser la torre más alta de Toronto. Básicamente, porque era la única. Es más, desde esa torre sólo se veían tres cabañas de madera que ahora están reconstruidas y que son las únicas tres construcciones más antiguas que el Faro de Gibraltar en la ciudad canadiense.

Para hacerse una idea de lo estratégico de su situación en el Lago Ontario, Google supone más que una ayuda

Lago Ontario (Toronto, Canadá), con la ubicación del faro de Gibraltar Point

Con las gafas de ver de cerca:

Lago Ontario (Toronto, Canadá), con la ubicación del faro de Gibraltar Point, pero más cerquita

Esa ubicación, que en el siglo XVIII queremos imaginar solitaria y algo desoladora, ahora es un inmenso parque público y una cuca playa inaugurados en 2007 con el nombre de Gibraltar Point.

UN FARO CON VISTAS

Su historia es la siguiente. En 1790 el Teniente Gobernador del reciente asentamiento británico del Canadá Superior, John Graves Simcoe, andaba preocupado porque allí habían construido dos almacenes para víveres y munición pero no se fiaba un pelo de unas dunas traicioneras que se formaban muy cerca.

Estas dunas, sin embargo preciosas, estaban en un entorno de acantilados que a su mujer Elizabeth le recordaban los de su región natal inglesa de Scarborough, en North Yorkshire. Tanto le gustó la zona que decidió que los Simcoe se construirían allí su residencia de verano. Y en un rapto de originalidad decidió llamarla Scarborough. Desde entonces, aquel paraje se llama Scarborough Bluffs (acantilados).

Creo que entenderán mejor ahora el porqué de la casa de veraneo

Panorámica Scarborough Bluffs (Canadá), ubicación de Gibraltar Point

Una vez hecho este planteamiento por parte de Elizabeth, la decisión de construir un faro en el lugar fue un dicho y hecho.

El resultado fue el que fotografía Bohao Zhao

Faro de Gibraltar Point

EL INFAUSTO DESTINO DEL FARERO RADELMÃœLLER

Se nos escapa la razón por la cual el Gobernador Simcoe llamó Gibraltar al faro, pero sí es sabido que su primer inquilino fue John Paul Radelmüller y también quien, indirectamente, contribuyó a poner Gibraltar, Toronto, en la lista de los misterios más famosos de Canadá.

Dos marineros borrachos, del cercano fuerte York, se dice que salieron a la búsqueda de alcohol de contrabando. Radelmüller tuvo la mala pata de toparse con ellos (probablemente después de haber encontrado aquel alcohol) y acabó…, en fin, troceado y enterrado junto al faro. Primero condenados, los dos marineros fueron posteriormente liberados, ya que no debieron los jueces de poder demostrar su culpabilidad: ya lo dicen tantas series de la tele, sin cadáver no hay nada que hacer. Y los supuestos trozos del farero no habían aparecido.

Fue uno de sus sucesores el en el puesto, George Durnan, hijo de James Durnan, farero de Gibraltar entre 1854 y 1908, quien encontró enterrada una caja con una mandíbula humana que pronto fue atribuida a Radelmüller.

Fuentes apócrifas dignas de toda desconfianza, aseguran que en las noches brumosas, junto al precioso emplazamiento que escogió Elizabeth Simcoe para hacerse un chalé, junto a esas dunas sobre las que el Faro de Gibraltar alertó hasta su cierre operativo en 1958, en esas noches en las que el protagonista de una novela de misterio se interna pese a que el lector le grita con denuedo que no lo haga, en esas noches se escuchan lamentos y hasta se ve la silueta de un hombre sin mandíbula.

Ilustración de Gibraltar Point (Toronto, Canadá)

Hoy en día (un día soleado, eso sí), la playa de Gibraltar Point es lugar de asueto para los toronteños y, por lo que se ve, también para las hormigas rojas. Al menos eso comenta el lugareño J. Cohen en una respuesta en 2012 a este post.

Playa de Gibraltar Point (Toronto, Canadá)

Playa de Gibraltar Point, Toronto
Y, si se trata de pasárselo bien, no tengan duda de que en la isla en la que está situado Gibraltar Point no se van a aburrir. Además de esos paseos por la playa, de un viajecito en tranvía, de un buen rato en un velero, podrán disfrutar de un cuco parque de atracciones con su noria, sus caballitos, sus cisnes barca y sus algodones de azúcar. Para un día con los niños (omitiéndoles la truculenta historia del farero Radelmüller) el faro de Gibraltar en Toronto es un plan más que bueno.

La próxima entrega nos lleva lo más lejos de Gibraltar que uno puede ir: a Gibraltar

NOTA BENE: ELIZABETH SIMCOE

No eran aquellos buenos tiempos para la lírica por parte de las mujeres. Ni para la lírica, ni para la pintura, ni para el arte en general. Ninguneada la mayoría, sólo alguna sacaba la cabeza y podía mostrar sus creaciones.

Entre ellas, Elizabeth Simcoe, la mujer del Gobernador del Canadá Superior de la que hemos hablado. Quizá por su condición y, sin duda gracias a su fuerza y su talento ha llegado hasta hoy su obra. Especialmente su diario, el que nos permite conocer cómo se vivía hace más de 200 años en el Canadá colonial. Además, casi 600 acuarelas.

Investiguen: http://en.wikipedia.org/wiki/Elizabeth_Simcoe