Unos minutos de conversación con Leontxo García bastan para ver la verdadera cara del ajedrez. Visto a través de sus ojos, el ajedrez es emoción, entusiasmo, estrategia, un duelo en el que no hay nada decidido hasta el último segundo, un arte e incluso una cura para una larga lista de males o carencias. Este experto en ajedrez, que se describe a sí mismo como viajero insaciable, ha acompañado al Festival Internacional Tradewise de Gibraltar desde sus primeros pasos. Nadie mejor para sopesar la importancia real del evento más allá de los reconocimientos oficiales.
Habla antes de que comience la cuarta ronda. Está en una de las cafeterías del hotel La Caleta junto a un portátil. De fondo suenan los cubiertos contra los platos del almuerzo y el sonido sordo de cientos de piezas de ajedrez contra los tableros. Al fondo se despliega la panorámica en gris de un océano salpicado de barcos que cruzan el Estrecho. Cuando se le pregunta por las novedades de esta edición, su respuesta es rotunda.
“Cuando un acontecimiento como el abierto de Gibraltar es ya el mejor del mundo mejorar y cambiar las cosas es difícil y además puede ser hasta contraproducente porque hay muchos que piensan que lo que está bien es mejor no cambiarlo”, contesta.
En su opinión, la gran asignatura pendiente del ajedrez es su escasa visibilidad y relación con el exterior. Lo describe como un mundo endogámico que suele permanecer ajeno a cuestiones como la imagen y las relaciones con interlocutores como los medios de comunicación, los posibles patrocinadores o los colegios. Lo dice con la convicción de quien sabe que quienes solo ven la punta del iceberg se están perdiendo algo magnífico y con la generosidad de quien está dispuesto a compartir aquello que ama. Subraya que el festival de Gibraltar juega un papel importante en el intento de derribar los muros levantados en torno al ajedrez.
“Se ha reforzado esta idea y se ha reforzado la importancia de las mujeres”, apunta. Explica que las ajedrecistas han permanecido tradicionalmente en un segundo plano por una serie de razones que resume en tres: hormonales, sociales y educativas. Ilustra su afirmación con el dato de que entre los cien mejores del mundo solo hay dos mujeres. “En este torneo siempre se ha intentado luchar contra eso, elevando el nivel de las mujeres del mundo”.
Haciendo historia
García destaca que varias de las mujeres protagonizaron algunas de las grandes sorpresas de la tercera ronda, jugada el día anterior. “Esto da la razón a los organizadores cuando opinan que si las mujeres tuvieran suficientes oportunidades jugarían tan bien como los hombres en general”. Entre los grandes logros de la organización, cita el haber vuelto a invitar a Hou Yifan (China), que en 2012 consiguió durante su participación en el torneo gibraltareño el mejor resultado de una mujer en la historia. La jugadora no defraudó y en la tercera ronda de la presente edición consiguió pasar a Judit Polgar (Hungría), que anunció su retirada el pasado agosto, en el escalafón internacional.
Pero si hubo alguien que sorprendió fue el jovencísimo Yi Wei, que consiguió superar la barrera de los 2.700 puntos a sus 15 años. La precisión adquiere relevancia si se tiene en cuenta que Magnus Carlsen, el segundo campeón mundial más joven de la historia después de Kasparov, consiguió la misma hazaña cuando tenía 16. “Para un aficionado al atletismo los 2.700 puntos en ajedrez serían como los ocho metros en el salto de longitud, es lo que te hace entrar en la élite”. “Me puedo equivocar”, aventura Leontxo García, “pero si no ocurren cosas muy imprevistas esto será un hito histórico del que podrán enorgullecerse los organizadores de este festival por haber tenido el acierto de invitar a Yi Wei”.
Las palabras del comentarista llevan a preguntarse por qué el ajedrez no tiene una repercusión mayor en los medios generalistas. Aclara que la cuestión requeriría un análisis en profundidad, aunque tiene algunas teorías. Así, recuerda que la rivalidad entre Karpov y Kasparov entre 1984 y 1990 fue “la mayor de la historia en los deportes, no solo en el ajedrez”. Explica que había varios ingredientes para hacerla aún más atractiva a la prensa y al público en general. “Los dos eran símbolos de dos maneras de entender la vida completamente opuestas en el país más grande del mundo, la Unión Soviética, que en aquellos momentos se estaba cayendo a pedazos”. “Es prácticamente imposible que consigamos algo parecido ahora porque para lograrlo los dos mejores del mundo tendrían que ser, por ejemplo, un israelí y un palestino y eso no va a ocurrir”.
Otro de los factores a la práctica ausencia del ajedrez en los medios generalistas en España es, según Leontxo García, el “casi monocultivo del fútbol”. “En los demás deportes, solo se hace una excepción si hay un español entre los cuatro primeros, como Nadal en el tenis, Fernando Alonso en fórmula 1,o Gasol en baloncesto y, como los mejores españoles de ajedrez no están entre los cuatro mejores del mundo, no tienen espacio ahí, lo que nos falta es un Rafa Nadal del ajedrez”.
Un mundo de posibilidades
Sin embargo, hay buenas noticias para el ajedrez: está vivo y se extiende a pesar de no ocupar grandes espacios en la prensa o en los telediarios. España sigue siendo el país del mundo que organiza más torneos internacionales y, tal y como señala el comentarista, donde más se ha avanzado en las aplicaciones sociales del ajedrez.
La educación en centros escolares, el retraso del envejecimiento cerebral, la prevención del alzhéimer, las actividades en las cárceles, la rehabilitación de drogodependientes y la terapia para niños hiperactivos son algunos de los ámbitos en los que el ajedrez se ha revelado como una herramienta útil.
En este sentido, Leontxo García comenta que el 11 de febrero el Parlamento español debatirá sobre la conveniencia de que el ajedrez sea una asignatura obligatoria en los colegios. “Confío en que el acuerdo se consiga por unanimidad, cosa que en España es casi un milagro”.
Ya fuera de la entrevista, el escritor y cronista continúa hablando de ajedrez y matemáticas, ajedrez y música y ajedrez como vía para mejorar la lógica y el razonamiento. Las posibilidades parecen infinitas. Quizá haya ocasión de hablar sobre ello en su próxima visita a Gibraltar.