El último reducto del fútbol romántico Hace 75 años Sara y Arturo, tomaron un barco desde Gibraltar y destino desconocido. Abandonaron su casa y dejaron a su perrillo, Rup (de Rupert, un tío que decían que se le parecía), al cuidado de un sobrino que trabajaba de camarero en un bar de la Calle Real. Los alemanes amenazaban con bombardear el Peñón y con Sara y Arturo llegaron a ser evacuados más de 14.000 yanitos cuyas vidas giraron 90 grados en el Cabo de San Vicente y enfilaron rumbo Norte. Llegaron a Londres, a la zona de Kensington. Allí malvivieron durante unos años, en compañía de muchos de esos vecinos y siempre orgullosos de su origen gibraltareño. También allí tuvieron a su primogénito, Arturo, y pudieron regresar a Gibraltar para comprobar que Rup cada vez se parecía más a Rupert. Arturo hijo, después de la guerra, había comenzado a estudiar en Londres y, aunque se tomó un tiempo de meditación, decidió volver a la City para convertirse en abogado. Al tiempo, se convirtió también en padre de Arthur. Volvió a Gibraltar Arturo hijo con la toga bajo el brazo, confiando en desfacer entuertos y defender derechos y libertades, pero los suyos propios se truncaron un día de 1969 en que unos señores de uniforme decidieron que ya no podría ir como cada sábado a tomar arroz a casa de su tía Leonor en La Línea. Arturo hijo decidió hacer las maletas y llevarse su orgullo yanito y a Arthur a Londres de vuelta y tratar de difundir en Londres el amor que tenía por su querido Peñón. Todo se pega, menos la hermosura, y Arthur ha heredado de los dos Arturos las arrobas de cariño y devoción hacia Gibraltar, aunque ahora las dosifica en una actividad que nos permitió conocerle y conocer su historia. Hace 75 años, Alemania se enfrentó a su patria y amenazó con invadir el Peñón y querer cambiar la historia del mundo. El otro día, Arthur vio cómo un bombero de Gibraltar le paraba un penalti a Schwensteiger, campeón del mundo de fútbol. Y lloró. –¿Qué quieres, quillo? Yo lo vi ahí, mirando el balón, mirándome a mí y decidí que me tiraría a la izquierda. Pallá me tiré y pallá fue el balón.–Con los 28 años que tengo, claro que tengo ilusión por poder ser profesional del fútbol. Todavía confío en que pueda tener esa oportunidad
Arriba en los vomitorios, ya acabado el partido, con los miles de yanitos saliendo del estadio, algunos aún cantando, comenta Dylan, de GibFootballTalk: Tengo unas ganas locas de bajar a darle un abrazo a Jordan ¿Te he dicho que somos amigos desde críos? Mira, se me pone la carne de gallina solo de pensar en él. Arturo a Faro llegó 24 horas antes de esa parada porque tuvo un arrebato. Llegó sin lugar donde alojarse, igual que llegaron sus abuelos a Londres 75 años antes. Quería estar presente en un día histórico para Gibraltar. Un día extraño en el calendario del fútbol mundial, un día que para algunos nunca debió haber llegado, que para otros muchos pasa desapercibido, pero que para Arthur era la posibilidad de batirse en duelo justo con los descendientes de aquellos alemanes por cuya causa sus abuelos habían tenido que emigrar y por cuya causa él es londinense. Yanito londinense.
La Ría Formosa de Faro, una de las Siete Maravillas Naturales de Portugal Nos contó esta historia en Faro compartiendo unas pintas de cerveza y Don Rodrigos de huevo y almendra. Arthur, ahora, está decidido a acompañar a su Gibraltar allá donde el bombo decidió que podría darse a conocer en el panorama futbolístico: Irlanda, Escocia, Polonia, Alemania, Georgia (a Georgia también irá, sí)… y Faro. España no puede visitarla en este periplo porque, aunque el azar decidió que así fuese, manos más largas que las de éste, volvieron a meter la bola en el bombo. Porque Gibraltar no tiene campo propio. Sí lo tiene, el Estadio Victoria (de la Reina Victoria, no de victory…), pero no reúne las características que considera la UEFA que debe tener para albergar sus competiciones. Podría, es cierto, jugar mucho más cerca de Faro, en La línea, sin ir más lejos, donde un estupendo e infrautilizado estadio observa a diario el Peñón y ve cómo todas las posibilidades de obtener rendimiento son frenadas por decisiones que nada tienen que ver con el mundo del fútbol. A lo mejor un día… UN GRAN ESTADIO PARA UNA GRAN AFICIÓN El día antes del partido, Faro, ciudad estandarte del Algarve portugués recibe a 23 chavales, ignorante la mayoría de sus 65.000 habitantes de lo que allí se iba a cocer. La falta de promoción de las autoridades locales del partido de la selección gibraltareña contra la campeona del mundo queda estupendamente reflejada en la crónica que para Marca realizó Víctor Romero En la Plaza del Jardín Manuel Vivas se podía ver la ausencia de cartel alguno, banderola o adorno que pudiera indicar que faltaba poco más de un día para que sucediese algo inaudito
El Estádio do Algarve es un estupendo recinto en el que, bien sentada, cabría justa justa toda la población de Gibraltar. Obviamente, resulta demasiado grande o pretencioso para un equipo de un lugar de tan pequeñas dimensiones como Gibraltar, pero, por segunda vez, recordamos lo de las decisiones ajenas al mundo del fútbol. Llegar a un lugar inmenso, preparado para recibir multitudes, un lugar moderno, construido además, con alardes arquitectónicos que amplían su superficie (y su volumen) y hacerlo un día en el que esas multitudes están en sus casas, verlo vacío, solitario, impresiona de por sí
Una de las dos tribunas del Estadio do Algarve de Faro La gigantesca camiseta situada en uno de esos cuatro soportes recuerda que, ese día, el anfitrión en Faro es Gibraltar. El césped, impoluto; la organización, más que correcta y a poco, los diversos medios empiezan a poblar la sala de prensa. En la rueda de prensa previa al partido, media docena de cámaras recogen las intervenciones del entrenador y de uno de los jugadores de cada equipo. A mediodía, el seleccionador Löw y el centrocampista Khedira hablaron por Alemania (éste con el morbo de su salida del Madrid y su llegada a la Juventus como monotema). Por la tarde, el escocés David Wilson, al frente de Gibraltar tras la salida de Allen Bula, el capitán, Roy Chipolina (agente de aduanas) y Liam Walker, uno de los dos únicos profesionales con que cuenta la selección gibraltareña, explicaron que cuando un equipo como Gibraltar se enfrenta al campeón del mundo no puede haber presión. El resultado no es lo que guía la actividad. Pese a las preguntas insistentes de los periodistas alemanes de con cuántos goles se conformarían, los representantes de la GFA [un yanito habla de su selección como “el yiefei”] no se dejaron encerrar y regatearon al personal convenientemente. Pidieron, sí, respeto para un equipo que está formado casi en su totalidad por amateurs.
De izquierda a derecha, Walker, Wilson y Chipolina en rueda de prensa el día anterior al partido En ese momento no lo sabían y no pudieron dar cifras, pero dijeron estar muy confiados en que la afición ese día los apoyase como nunca y en que se fuese a trasladar a Faro un número importante de yanitos. A LA BIM, A LA BAM, ALABIMBOMBÁN, YANITOS, YANITOS Y NADIE MÁS Y vaya que se trasladó. Pero aún no había llegado casi nadie. De momento, la que llegó al Estadio do Algarve fue la selección yanita
Llegada de la selección de Gibraltar al Estadio de Faro –La verdad es que estoy agotado. Currando con guardias la semana pasada, luego lo de Croacia [Gibraltar se enfrentó en partido amistoso a Croacia el 7 de junio] y tó seguido, dos entrenamientos y p’acá.–Y os volvéis mañana mismo, ¿no? [por el sábado 13 de junio, el propio día del partido]–Jajaja, qué va. Nos quedamos hasta el lunes que es fiesta [el día 15 de junio se celebraba en Gibraltar un bank holiday]. No te digo más que los tres [hermanos] tenemos una despedida de soltero el domingo. En ese momento, un miembro de la GFA llamó a consultas a este jugador y le dijo que cuidado con lo que hablaba, que las cámaras y los micrófonos alemanes seguro que estaban grabando y ya se sabe. No hay que hilar muy fino para intuir el apellido del protagonista, pero sirve como ejemplo de la mentalidad que predomina en jugadores que pasan de ser policías, profesores, albañiles, bomberos… a enfundarse otro uniforme y ser héroes o villanos por esa cuestión de la que se habla tanto en el fútbol: que entre o no la pelotita. Y en esa mentalidad están implícitas la cercanía, la simpatía, la cordialidad, la humildad.
En cuanto se les pone un micrófono al lado, te hablan.
Cuando les pides un saludo desde la grada, te lo ofrecen.
Y si tienen que posar, posan.
Ryan, Lee (policías) y Kyle (agente consignatario de buques). Los tres hermanos CasciaroComo en aquel jingle de los 80, De uno en uno o de tres en tres, tenerlos todos qué fácil es MATCH DAY Arthur despierta en un hotel céntrico de Faro. Al fin y al cabo, se trata de un partido fantasma y la ciudad y alrededores cuentan con muchísimas plazas hoteleras. Esa misma mañana, a mediodía, ya se tropezó con los primeros vehículos particulares que llegaban desde Gibraltar (a 400 km). Los que llevaban más tiempo aclimatándose al lugar y testando las diferentes calidades de cerveza local eran los alemanes. Muchos, muy coloridos y muy ruidosos, empezaron a ocupar plazuelas y rincones de la ciudad. En este grupo, como en el chiste, había un croata, un italiano y un alemán que llevaban, nunca mejor dicho, la voz cantante.
Y si en algo coincidían en este partido teutones y yanitos era en que el resultado les daba igual. El resto de la canción, lo de alcohol y lo de hemos venido a emborracharnos caía un poco más, bastante más, del lado alemán. –¡Pisha! Cohe un bote de kétchup–¿Ketchup con pan?–¡Qué paza! ¿Y qué me dice de ezte? El otro día, en Croacia, ze dehpertó a la cuatro de la mañana y ze metió entre pesho y ehpparda medio paquete de Digestive–Shhh, calla. Que ar finá me lo comí entero. Lo que paza é que ya eztaba tú dormido
La selección de Gibraltar desayuna en su hotel de concentración de Vale do Lobo la mañana del día del partido contra Alemania Los chicos se alojaban en un hotel bien a las afueras de Faro, en el Vale de Lobo, rodeados de urbanizaciones estupendas y junto a una playa no menos estupenda. Obviamente, en Gibraltar, en sus equipos, no están acostumbrados a este tipo de concentraciones (ni a ningún otro tipo de concentración, salvo la que necesitan para desarrollar con precisión sus respectivos trabajos). Como tuiteó en su momento Victorio Duque, de COPE:
Después de un entrenamiento y la última charla técnica, el equipo volvió a comer y descansar, mientras miles de yanitos se desplazaban a Faro. ¿Imaginan que de la ciudad de Madrid 350.000 personas se desplazan el mismo día a un evento?En porcentaje, eso es, más o menos, lo que estaba sucediendo ese día. Los que quedaron en Gibraltar, ya lo contaban, un gusto pasear por la calle Real o por Irish Town donde, por otro lado, los bares se engalanaban de rojo y blanco para ofrecer uno de esos espectáculos que siempre se ven mejor acompañados que solos. Algunos podríamos decir que se maquearon y bien para la ocasión. Como el fotógrafo y cronista local Stephen Ignacio, que apareció de esta guisa en el salón de casa.
COLAS PEATONALES Los autobuses de yanitos y alemanes y los coches particulares empezaron a acumularse en le parking del Estadio do Algarve. El ambiente era estupendo y las familias, porque había montones de familias, pudieron disfrutar de una Fun Zone (alcohol free) con futbolines, toro mecánico, karaoke y un puesto de merchandising que parecía no ser muy necesario porque prácticamente todo el mundo iba ataviado con la camiseta correspondiente y una bufanda más de adorno que necesaria.
Entre las familias que llegaron estaba la de Ernest. Ernest es agente de aduanas, como Roy Chipolina, el capitán de la selección de Gibraltar. Él fue de los más madrugadores. El periodista español, al acecho de la presa, se pone a charlar con él (como soy la primera familia yanita que ha aparecido, me has pillao por banda, ¿eh?) y lo emplaza a entrar en directo un rato después nada menos que en Tiempo de Juego, un programa con más de un millón de oyentes las tardes de los sábados. Resulta que el padre de Ernest fue uno de los protagonistas de una de esas historias del fútbol de Gibraltar que casi nadie conoce y otros no quieren conocer. Solo un dato: 25 de octubre de 1949. Selección de Gibraltar 2- Real Madrid 2. El resultado de esta intervención inesperada para Ernest en la radio española está en estos 5 minutos y pico de audio en los que más que realizó un trabajo extraordinario con el capote y no le tembló la muleta ante alguna pregunta trampa de los periodistas. Al final, risas y buenos deseos, que es en lo que tiene que traducirse el deporte: CORTE DE ERNEST Terminada la faena de Ernest, consumidos perritos y sándwiches, habiendo sonado en esa Fun Zone media docena de veces el Top 10 de bodas, bautizos, comuniones y fiestas de animación de hoteles, la parroquia germano-gibraltareña comenzó a separarse: una tribuna para cada equipo. Este es el principio, la nada:
Y en esa diáspora ocurrió algo sensacional. Lo que en Gibraltar es un problema tremendo en ocasiones, lo que enfada a la población y provoca no pocos roces y protestas
Esas colas peatonales se generaron inmediatamente, pero para goce y disfrute de sus integrantes
Resultaba fantástico subir a las gradas del estadio, tomar perspectiva y poder escuchar a miles de aficionados sus gritos.
Y ver cómo, poco a poco, aquellas gradas vacías se llenaban:
La selección de Gibraltar y la de los campeones del mundo salieron a calentar. Y por la cabeza de algunos se pasó aquel momento en el que Lee Casciaro, en Escocia, en la cuna del fútbol, en Hampden Park dio una patada a un balón que cambió las cosas. -Si llego a saber que podía marcar yo un gol, no veas, quillo, la celebración que hubiera preparado. Pero, yo qué sé. Me vino la bola y solo oía: pégale, pégale, pégaleQuizá por eso Lee era el protagonista del programa de mano del partido. Y quizá por eso, cuando desde megafonía se anunció su nombre, los ya 3.500 yanitos que poblaban la tribuna de presidencia del Estadio do Algarve enfervorecieron. 0-7
Diez días después de un evento como este, lo de menos es el resultado. No importa si Gibraltar hizo el mejor primer tiempo de su corta carrera como equipo UEFA, ni si Gosling tuvo en un tiro a bocajarro oportunidad de hacer historia. Ni siquiera que Jordan Pérez la hiciera al pararle un penalti a Schwensteiger. Tampoco importa que el equipo yanito acusara su amateurismo en el segundo tiempo y la máquina alemana les pasara por encima. El partido empezó, el partido se disputó y el partido terminó. Esto es para Gibraltar el fútbol. Perder 0-7 de esta manera:
Todo lo demás estará en las hemerotecas, incluido el triste accidente de uno de los autocares de seguidores gibraltareños a su regreso desde Faro. EPÍLOGO Arthur estaba cenando en Faro pasada la medianoche. Con la camiseta de la selección y con la misma sonrisa con la que había llegado. Al día siguiente era fiesta en Gibraltar, pero no para él en Londres. Tocaba volver. En septiembre le espera un nuevo desafío, un nuevo homenaje a Arturo hijo y a Arturo padre. Así que ya saben: si tú no ha ido al Queimei, tú no vale ná. (el vídeo es del partido de ida, noviembre 2014, otra historia…)